Mi historia
Nunca me he llevado bien con la academia a pesar de haber convivido siempre con ella. En primaria pasé por las tres escuelas de mi pueblo; en el bachillerato estuve hasta noveno grado en un colegio pedagógico y no me recibieron más porque no servía como docente (lo paradójico de la vida es que todo lo que tengo lo he obtenido gracia a mi labor de docente), luego terminé el bachillerato en un colegio oficial (no me aceptaron en el famoso colegio del nobel y del presidente porque no me sabía bien el “yo pecador”). Recorrí todas las instituciones educativas del municipio y nunca icé bandera, en realidad nunca he tenido suerte con los reconocimientos, no nací para ser un modelo de excelencia.
Cuando llegué a la Universidad Nacional me estrellé con un mundo nuevo y tuve que adaptarme a las nuevas circunstancias. Varias cosas me quedaron en claro: no era tan inteligente como me imaginaba, existían docentes muy inteligentes y que sabían lo que hacían, podíamos mejorar en la medida que quisiéramos (el conocimiento no era un don divino), la ciudad nos pone en su sitio y a pesar de su crueldad, siempre va a ofrecer infinitas posibilidades de salir adelante con cualquier proyecto. La universidad me ofreció muy buenos amigos, intensas relaciones amorosas y una buena cantidad de alcohol. Pero el gran conocimiento académico no lo adquirí allí, aprendí más en las largas jornadas etílicas con mis amigos, y también en las maestrías que realicé posteriormente.
No nací para graduarme, me gradúo exponencialmente, diez años después de iniciar el pregrado y veinte años después de iniciar la maestría, no creo que mi vida me alcance para graduarme del doctorado. Muchas personas se burlan porque no tengo un cartón, pero lo aprendido en las tres maestrías que he iniciado me han ofrecido unas buenas bases de conocimiento, sin embargo la docencia me ha obligado a prender cada día más, y entre más estudio mayor es mi ignorancia. Cada vez me doy cuenta lo mucho que falta por aprender.
Me apasiona enseñar, sin embargo este gremio es de amores y desamores. He trabajado en varias universidades, enseñando múltiples asignaturas, algunas con mayor gusto que otras. Pero la verdad he tenido muy pocas oportunidades de enseñar lo que verdaderamente me gusta: la literatura, la historia y la filosofía. Por eso, con la llegada de estas nuevas plataformas digitales decidí crear un curso de literatura y enseñar lo que me gusta. Me cansé de esperar que alguna universidad me diera la oportunidad de estas clases, siempre algún compañero lamebotas se quedaba con las mejores. Ya no me preocupa, ellos se lo perdieron. Eso siempre pasa en la academia, pero mi experiencia de muchos años me ha enseñado que todo puede cambiar de un momento a otro.
Hablar de uno me parece un despropósito, no soy un ególatra, no soy gran cosa, un hombre mediocre que quiere hablar de lo que le gusta, ¿con quién? Tal vez con nadie, quizás no exista un interlocutor, pero tal vez algún desprevenido transeúnte se encuentre con estás páginas y pueda disfrutar un poco de lo que hago. Bienvenidos a mi mundo.